La villa de Montfalcó amurallado se encuentra situada en lo alto de una colina que sobre el arroyo de Vergós y del río Sió, dentro de la entidad de población agregada al municipio de Les Oluges en la Segarra en Lérida.
El castillo de Montfalcó está situado dentro de la villa de Montfalcó amurallado y fue construido posiblemente a mediados del siglo XI, cuando fue conquistada y repoblada la zona de la confluencia del Vergós con el Sió, por el conde Bernatde Berga, el cual integró el castillo a la marca del condado de Cerdanya.
La fortaleza de Montfalcó fue muy apreciada, tanto para los cristianos como por los sarracenos, utilizándose en la defensa durante las guerras con Pedro I de Castilla.
Se trata de un ejemplo excepcional de villa cerrada, su perímetro está totalmente rodeado de un muro de unos 8 metros de altura y 1 metro de ancho, edificado sobre basamento calizo natural de la colina y que se conserva en bastante buen estado, al que por la parte del interior se adosan muchas de las construcciones de la villa. La villa tiene una única puerta de acceso, que es doble y de arcos adintelados, al este de la plaza central se encuentra la cisterna que almacena agua. La parte fortificada del noroeste es la que tiene más interés arquitectónico.
La muralla es visible solo por fuera del recinto, y está formado por sillares rectangulares unidos con mortero de cal que dejan de vez en cuando un hueco para el andamio, alternando con sillares cuadrados.
La datación no está muy clara pero teniendo en cuenta la superficie, parece posible que la construcción se puede situar en un momento avanzado de la edad media y no en los orígenes del núcleo habitado justo después de la conquista cristiana.
El castillo feudal de Montfalcó se menciona en 1043 (Monte Falconi). Probablemente Montfalcó estuvo en principio bajo el dominio de los condes de Cerdanya. En 1079 era señor del castillo Ramón Miró y en 1095 Dalmau Bernat de Berguedà en nombre de Guillem Ramón, conde de Cerdanya. En 1135 Guillem de Berguedàprestó homenaje a Ramón Berenguer IV por este castillo y otros. En la segunda mitad del siglo XII, el castillo consta documentado en el testamento sacramental de Berenguer de Altés (1157) «ipso castro de Monte Falcon». También en un primer testamento de Ramón de Cervera (1172). Ramón de la Guardia, que tenía algunos derechos sobre la fortaleza, se los lega a su hija Berenguela (1179). Ramón de Cervera en un segundo testamento otorgado el 1182 ratificaba el primero a favor de su hijo Guillermo y, si éste moría sin hijos legítimos, a la hija Timbor. En 1189, Ramón de Cervera vuelve a testar y lega Montfalcó a su hija Marquesa, esposa de Guillermo de la Guardia que, al testar en 1234, deja el castillo a Isabel de Torroja, esposa de Ramón Folc de Cardona. El castillo pasó a formar parte del vizcondado y más tarde condado y ducado de Cardona formando parte de la alcaldía de Torà. Permaneció así hasta la abolición de los señoríos en el siglo XIX.
Leyenda:
Cuenta una leyenda que en época de la Edad Media, que fue una época en la que las disputas entre nobles rivales y entre la nobleza y el rey, eran muy frecuentes. Durante una de estas disputas resulto atacado Montfalcó. Después de mucho tiempo de batallas, los de Montfalcó se retiraron al interior de la villa amurallada y una vez dentro se defendieron de tal manera que los del bando que les rodeaba no pudieron tomar la población y su situación hizo que se causaran muchas bajas, por lo que decidieron sitiar la villa, con la intención de que los de Montfalcó se rindieran antes de morir de hambre. El tiempo pasaba y no había señal alguna de rendición por lo cual deciden probar una nueva táctica: que los sitiados se pelearan entre sí como había hecho El Cid Campeador en Valencia, para ello, y copiando la táctica, las catapultas de los sitiadores comenzaron a lanzar mensajes incitando a la gente a rebelarse contra sus jefes, y como había hecho El Cid, los mensajes iban atados a panes, con la idea de que si los sitiados pasaban hambre, la vista del pan recién hecho los incitaría a rendirse. La respuesta de los defensores de Montfalcó no se hizo esperar y las catapultas de la fortaleza empezaron a lanzar sobre el campamento enemigo mensajes desafiantes, ¡atados a pescados frescos! Con lo cual los que perdieron el ánimo fueron los sitiadores, que muy pronto levantaron el cerco. Y es que, según cuenta la leyenda, parece ser que hay un túnel al que la gente de Montfalcó y de Les Oluges lo llaman «mina», que va desde Montfalcó hasta Les Oluges y desde allí hasta la atalaya que hay a poniente del pueblo y que se denomina el «Molino de Viento», pasadizo por el que los sitiados de Montfalcó se aprovisionaban de víveres.